Rubén Darío
Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Metapa, 18 de enero de 1867 - León, 6 de febrero de 1916), fue poeta, periodista, escritor y diplomático nicaragüense. Es reconocido como el máximo representante del modernismo literario en lengua española, apodado «príncipe de las letras castellanas» y «padre del Modernismo».
| Nombre de nacimiento | Félix Rubén García Sarmiento |
|---|---|
| Nacimiento | 18 de enero de 1867, Metapa (Nicaragua) |
| Fallecimiento | 6 de febrero de 1916, León (Nicaragua) |
| Sepultura | Catedral de León |
| Nacionalidad | Nicaragüense |
| Religión | Catolicismo |
| Cónyuge(s) | Rafaela Contreras Cañas, Rosario Murillo |
| Pareja | Francisca Sánchez del Pozo |
| Ocupación | Poeta, periodista, diplomático |
| Movimiento | Modernismo hispánico |
| Obras notables | Azul..., Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza, Canto a la Argentina, Los raros, Tierras solares |
Firma de Rubén Darío
Biografía
Fue el primer hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento, quienes se habían casado en León en 1866, tras conseguir las dispensas eclesiásticas necesarias, pues se trataba de primos segundos.
La conducta de Manuel, aficionado al alcohol y a las mujeres, hizo que Rosa, embarazada, tomara la decisión de abandonar el hogar conyugal y refugiarse en la ciudad de Metapa, en la que dio a luz a su hijo, Félix Rubén. El matrimonio se reconcilió; Rosa llegó a dar a luz a otra hija de Manuel, Cándida Rosa, quien murió a los pocos días. La relación se deterioró otra vez y Rosa abandonó a su marido para ir a vivir con su hijo en casa de su tía Bernarda Sarmiento, quien vivía con su esposo, el coronel Félix Ramírez Madregil, en la misma ciudad de León. Rosa Sarmiento conoció poco después a otro hombre, y estableció con él su residencia en San Marcos de Colón, en Honduras.
Aunque según su fe de bautismo el primer apellido de Rubén era García, la familia paterna era conocida desde generaciones por el apellido Darío. Rubén lo explicó en su autobiografía:
La catedral-basílica de la Asunción, en la ciudad de León, en la que transcurrió la infancia del poeta. Sus restos se encuentran sepultados en esta iglesia.
Según lo que algunos ancianos de aquella ciudad de mi infancia me han referido, uno de mis tatarabuelos tenía por nombre Darío. En la pequeña población conocíale todo el mundo por don Darío; a sus hijos e hijas, por los Daríos, las Daríos. Fue así desapareciendo el primer apellido, a punto de que mi bisabuela paterna firmaba ya Rita Darío; y ello, convertido en patronímico, llegó a adquirir valor legal; pues mi padre, que era comerciante, realizó todos sus negocios ya con el nombre de Manuel Darío [...]
La niñez de Darío transcurrió en León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres (durante sus primeros años firmaba sus trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez). Apenas tuvo contacto con su madre, que residía en Honduras, y con su padre, a quien llamaba «tío Manuel».
Sobre sus primeros años hay pocas noticias, aunque se sabe que a la muerte del coronel Félix Ramírez, en 1871, la familia pasó apuros económicos, e incluso se pensó en colocar al joven Rubén como aprendiz de sastre. Según su biógrafo Edelberto Torres, asistió a varias escuelas de León antes de pasar, en 1879 y 1880, a educarse con los jesuitas.
Lector precoz, en su Autobiografía señala:
Fui algo niño prodigio. A los tres años sabía leer; según se me ha contado. Entre los primeros libros que menciona haber leído están el Quijote, las obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia, los Oficios de Cicerón, y la Corina (Corinne) de Madame de Staël. Pronto empezó también a escribir sus primeros versos: se conserva un soneto escrito por él en 1879, y publicó por primera vez en un periódico poco después de cumplir los 13: se trata de la elegía Una lágrima, que apareció en el diario El Termómetro, de la ciudad de Rivas, el 26 de julio de 1880. Poco después colaboró también en El Ensayo, revista literaria de León, y alcanzó fama como «poeta niño». En estos primeros versos, según Teodosio Fernández, sus influencias predominantes eran los poetas españoles de la época: Zorrilla, Campoamor, Núñez de Arce y Ventura de la Vega.
Más adelante, se interesó mucho por la obra de Victor Hugo, que tendría una influencia determinante en su labor poética. Sus obras de esta época muestran también la impronta del pensamiento liberal, hostil a la excesiva influencia de la Iglesia católica, como es el caso su composición El jesuita, de 1881. En cuanto a su actitud política, su influencia más destacada fue el ecuatoriano Juan Montalvo, a quien imitó de manera deliberada en sus primeros artículos periodísticos. En esta época (contaba 14 años) proyectó publicar un primer libro, Poesías y artículos en prosa, que no vería la luz hasta el cincuentenario de su muerte. Poseía una superdotada memoria, gozaba de una creatividad y retentiva genial, y era invitado con frecuencia a recitar poesía en reuniones sociales y actos públicos.
En diciembre de 1881 se trasladó a Managua, capital del país, a instancias de algunos políticos liberales que habían concebido la idea de que, dadas sus dotes poéticas, debería educarse en Europa a costa del erario público. No obstante, el tono anticlerical de sus versos no convenció al presidente del Congreso, el conservador Pedro Joaquín Chamorro y Alfaro, y se resolvió que estudiaría en la ciudad nicaragüense de Granada. Rubén, sin embargo, prefirió quedarse en Managua, donde continuó su actividad periodística, colaborando con los diarios El Ferrocarril y El Porvenir de Nicaragua. En agosto de 1882 se embarcó en el puerto de Corinto hacia El Salvador.
Últimos añosTras abandonar su puesto al frente de la legación diplomática nicaragüense, Darío se trasladó de nuevo a París, donde se dedicó a preparar nuevos libros, como Canto a la Argentina, encargado por La Nación. Por entonces, su alcoholismo le causaba frecuentes problemas de salud, y crisis psicológicas, caracterizadas por momentos de exaltación mística y por una fijación obsesiva con la idea de la muerte.
Porfirio Díaz, quien se negó a recibir al escritor en México. En 1910, viajó a México como miembro de una delegación nicaragüense para conmemorar el centenario de la independencia del país. Sin embargo, el gobierno nicaragüense cambió mientras se encontraba de viaje, y Porfirio Díaz se negó a recibir al escritor. A pesar de esto, Darío fue recibido de manera triunfal por el pueblo mexicano, que se manifestó a favor del poeta y en contra de su gobierno. En su autobiografía, Darío relaciona estas protestas con la Revolución mexicana, entonces a punto de producirse:
Por la primera vez, después de treinta y tres años de dominio absoluto, se apedreó la casa del viejo Cesáreo que había imperado. Y allí se vio, se puede decir, el primer relámpago de la revolución que trajera el destronamiento. Ante el desaire del gobierno mexicano, Darío zarpó hacia La Habana, donde, bajo los efectos del alcohol, intentó suicidarse. En noviembre de 1910 regresó de nuevo a París, donde continuó siendo corresponsal del diario La Nación y desempeñó un trabajo para el Ministerio de Instrucción Pública mexicano que tal vez le había sido ofrecido a modo de compensación por la humillación sufrida.
En 1912 aceptó la oferta de los empresarios uruguayos Rubén y Alfredo Guido para dirigir las revistas Mundial y Elegancias. Para promocionar estas publicaciones, partió en gira por América Latina, visitando, entre otras ciudades, Río de Janeiro, São Paulo, Montevideo y Buenos Aires. Fue también por esta época cuando redactó su autobiografía, que apareció publicada en la revista Caras y Caretas con el título de La vida de Rubén Darío escrita por él mismo, y la obra Historia de mis libros, muy interesante para el conocimiento de su evolución literaria.
Tras el final de esta gira, y luego de desligarse de su contrato con los hermanos Guido, regresó a París, y, en 1913, viajó a Mallorca invitado por Joan Sureda, y se alojó en la cartuja de Valldemosa, en la que tres cuartos de siglo atrás habían residido Chopin y George Sand. En esta isla empezó Rubén la novela El oro de Mallorca, que es, en realidad, una autobiografía novelada. Se acentuó, sin embargo, el deterioro de su salud mental, debido a su alcoholismo. En diciembre regresó a Barcelona, donde se hospedó en casa del general Zelaya, que había sido su protector mientras fue presidente de Nicaragua. En enero de 1914 regresó a París, donde mantuvo un largo pleito con los hermanos Guido, que aún le debían una importante suma de sus honorarios. En mayo se instaló en Barcelona, donde dio a la imprenta su última obra poética de importancia, Canto a la Argentina y otros poemas, que incluye el poema laudatorio del país austral que había escrito años atrás por encargo de La Nación. Su salud estaba ya muy deteriorada: sufría de alucinaciones y estaba obsesionado con la muerte.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, partió hacia América, con la idea de defender el pacifismo para las naciones americanas. Atrás quedó Francisca con sus dos hijos supervivientes, a quienes el abandono del poeta habría de arrojar poco después a la miseria. En enero de 1915 leyó, en la Universidad de Columbia, de Nueva York, su poema «Pax». Siguió su viaje hacia Guatemala, donde fue protegido por su antiguo enemigo, el dictador Manuel Estrada Cabrera, y por fin, a finales de año, regresó a su tierra natal en Nicaragua.
Rubén Darío llegó a la ciudad de su infancia, León, el 7 de enero de 1916 y murió el 6 de febrero luego de una agonía trágica, víctima de una cirrosis atrófica producida por el alcoholismo, que además le afectó fuertemente el sistema nervioso. Francisco Tovar Blanco, citando a Edelberto Torres, escribió:
MuerteTumba de Darío, esculpida por Jorge Navas Cordonero al pie de la estatua de San Pablo. Rubén Darío llegó a la ciudad de su infancia, León, el 7 de enero de 1916 y murió el 6 de febrero luego de una agonía trágica, víctima de una cirrosis atrófica producida por el alcoholismo, que además le afectó fuertemente el sistema nervioso. Francisco Tovar Blanco, citando a Edelberto Torres, escribió:
Rubén no se esconde de su sombra: «Las cosas que me suceden son consecuencias naturales del alcohol y sus abusos: también de los placeres sin medida. He sido un atormentado, un amargado de las horas. He conocido los alcoholes todos: desde los de la India y los de Europa hasta los americanos, y los rudos y ásperos de Nicaragua, todo dolor, todo veneno, todo muerte. Mi fantasía, a veces en crisis; sufro la epilepsia que produce ese veneno del cual estoy saturado. Me siento entonces agresivo, feroz, con instinto de destruir, de matar. Así me explico los grandes asesinatos cometidos por el licor». Las honras fúnebres duraron varios días, presididas por el Obispo de León Simeón Pereira y Castellón y el presidente Adolfo Díaz Recinos. Fue sepultado en la Catedral de León el 13 de febrero del mismo año, al pie de la estatua de San Pablo cerca del presbiterio, debajo de un león de concreto, arena y cal hecho por el escultor granadino Jorge Navas Cordonero; dicho león se asemeja al León de Lucerna, Suiza, hecho por el escultor danés Bertel Thorvaldsen (1770-1844).
El archivo de Darío fue donado por Francisca Sánchez al gobierno de España en 1956 y ahora está en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid. Francisca tuvo cuatro hijos con Darío -tres murieron siendo muy niños, el otro en la madurez, enterrado en México-. Muerto Darío, Francisca se casó con José Villacastín, un hombre culto, que gastó toda su fortuna en recoger la obra de Rubén que se encontraba dispersa por todo el mundo y que entregó para su publicación al editor Aguilar, de quien era buen amigo.
La Poesía de Darío
Para la formación poética de Darío fue determinante la influencia de la poesía francesa. En primer lugar, los románticos, y en especial Victor Hugo. Más adelante, y con carácter decisivo, llega la influencia de los parnasianos: Théophile Gautier, Leconte de Lisle, Catulle Mendès y José María de Heredia. Y, por último, lo que termina por definir la estética dariana es su admiración por los simbolistas, y entre ellos, por encima de cualquier otro autor, Paul Verlaine. Recapitulando su trayectoria poética en el poema inicial de Cantos de vida y esperanza (1905), el propio Darío sintetiza sus principales influencias afirmando que fue «con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo».
Ya en las «Palabras Liminares» de Prosas profanas (1896) había escrito un párrafo que revela la importancia de la cultura francesa en el desarrollo de su obra literaria:
"El abuelo español de barba blanca me señala una serie de retratos ilustres: «Éste —me dice— es el gran don Miguel de Cervantes Saavedra, genio y manco; éste es Lope de Vega, éste Garcilaso, éste Quintana». Yo le pregunto por el noble Gracián, por Teresa la Santa, por el bravo Góngora y el más fuerte de todos, don Francisco de Quevedo y Villegas. Después exclamo: «¡Shakespeare! ¡Dante! ¡Hugo...! (Y en mi interior: ¡Verlaine...!)». Luego, al despedirme: «—Abuelo, preciso es decíroslo: mi esposa es de mi tierra; mi querida, de París». Muy ilustrativo para conocer los gustos literarios de Darío resulta el volumen Los raros, que publicó el mismo año que Prosas profanas, dedicado a glosas breves a algunos escritores e intelectuales hacia los que sentía una profunda admiración. Entre los seleccionados están Edgar Allan Poe, Villiers de l'Isle Adam, Léon Bloy, Paul Verlaine, Lautréamont, Eugénio de Castro y José Martí (este último es el único autor mencionado que escribió su obra en español). El predominio de la cultura francesa es más que evidente. Darío escribió: «El Modernismo no es otra cosa que el verso y la prosa castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y de la buena prosa franceses»."
No quiere esto decir, sin embargo, que la literatura en español no haya tenido importancia en su obra. Dejando aparte su época inicial, anterior a Azul..., en la cual su poesía es en gran medida deudora de los grandes nombres de la poesía española del siglo XIX, como Núñez de Arce y Campoamor, Darío fue un gran admirador de Bécquer. Los temas españoles están muy presentes en su producción ya desde Prosas profanas (1896) y, muy en especial, desde su segundo viaje a España, en 1899. Consciente de la decadencia de lo español tanto en la política como en el arte (preocupación que compartió con la llamada generación del 98 española), se inspira con frecuencia en personajes y elementos del pasado. Así ocurre, por ejemplo, en su «Letanía de nuestro señor Don Quijote», poema incluido en Cantos de vida y esperanza (1905), en el que se exalta el idealismo de Don Quijote.
En cuanto a los autores de otras lenguas, debe mencionarse la profunda admiración que sentía por tres autores estadounidenses: Emerson, Poe y Whitman.
- Influencias: Aunando romanticismo, parnasianismo y simbolismo. Admiró a Victor Hugo, Théophile Gautier, Paul Verlaine y Bécquer.
- Recursos formales: Innovaciones métricas (eneasílabos, dodecasílabos, alejandrinos), sinestesia, metáforas audaces, cultismos y neologismos.
- Temas centrales: Erotismo (sensorial y místico), exotismo, cuestionamientos existenciales y cívicos, y búsqueda de trascendencia.
- Evolución poética: Desde la renovación modernista de Azul..., el esteticismo de Prosas profanas, hasta la introspección y madurez de Cantos de vida y esperanza y obras póstumas.
"De la musique avant toute chose" (Paul Verlaine).
Así lo hizo propio Darío, marcando la era del modernismo.
Prosa, novela y periodismo
No solo gran poeta, Darío fue sobresaliente prosista. Relatos, crónicas, críticas literarias y memorias, conforman el otro pilar de su obra.
Evolución
Facsímil del poema Pax de Rubén Darío.
La evolución poética de Darío está jalonada por la publicación de los libros en los que la crítica ha reconocido sus obras fundamentales: Azul... (1888), Prosas profanas y otros poemas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905).
Antes de Azul... Darío escribió tres libros y gran número de poemas sueltos, que constituyen lo que se ha dado en denominar su «prehistoria literaria». Los libros son Epístolas y poemas (escrito en 1885, pero no publicado hasta 1888, con el título de Primeras notas), Rimas (1887) y Abrojos (1887). En la primera de estas obras es patente la huella de sus lecturas de clásicos españoles, así como la impronta de Victor Hugo. La métrica es clásica (décimas, romances, estancias, tercetos encadenados, en versos donde predominaban los heptasílabos, octosílabos y endecasílabos) y con predominante tono romántico. Las epístolas, de influencia neoclásica, iban dirigidas a autores como Ricardo Contreras, Juan Montalvo, Emilio Ferrari y Victor Hugo.
En Abrojos, publicado en Chile, la influencia más acusada es la del español Ramón de Campoamor. En cuanto a Rimas, publicado también en Chile y en el mismo año, fue escrito para un concurso de composiciones a imitación de las Rimas de Bécquer, por lo que no es extraño que su tono intimista sea muy similar al de las composiciones del poeta sevillano. Consta de solo catorce poemas, de tono amoroso, cuyos procedimientos expresivos (estrofas de pie quebrado, anáforas, antítesis, etcétera) son de característica becqueriana.
Azul... (1888), considerado el libro inaugural del Modernismo hispanoamericano, recoge tanto relatos en prosa como poemas, cuya variedad métrica llamó la atención de la crítica. Presenta ya algunas preocupaciones características de Darío, como la expresión de su insatisfacción ante la sociedad burguesa (véase, por ejemplo, el relato «El rey burgués»). En 1890 vio la luz una segunda edición del libro, aumentada con nuevos textos, entre los cuales se encuentra una serie de sonetos en alejandrinos.
La etapa de plenitud del Modernismo y de la obra poética dariana la marca el libro Prosas profanas y otros poemas, colección de poemas en los que la presencia de lo erótico es más importante, y del que no está ausente la preocupación por temas esotéricos (como en el largo poema «Coloquio de los centauros»). En este libro está ya toda la imaginería exótica propia de la poética dariana: la Francia del siglo XVIII, la Italia y la España medievales, la mitología griega, etcétera.
En 1905, Darío publicó Cantos de vida y esperanza, que anuncia una línea más intimista y reflexiva dentro de su producción, sin renunciar a los temas que se convirtieron en señas de identidad del Modernismo. Al mismo tiempo, aparece en su obra la poesía cívica, con poemas como «A Roosevelt», una línea que se acentuará en El canto errante (1907) y en Canto a la Argentina y otros poemas (1914). El sesgo intimista de su obra se acentúa, en cambio, en Poema del otoño y otros poemas (1910), en el que se muestra una sencillez formal sorprendente en su obra.
No todos los poemas de Darío fueron recogidos en libros en vida del poeta. Muchos, aparecidos en publicaciones periódicas, fueron recopilados después de su muerte. Un ejemplo, representativo de su etapa de madurez literaria, es la poesía titulada Los motivos del lobo, publicada en Mundial Magazine en 1913, tres años antes de la muerte de Darío. Inspirada en el capítulo XXI de las Florecillas de San Francisco, que narra la conversión del lobo de Gubbio por parte de Francisco de Asís, la versión dariana cambia el desenlace del relato, para imprimir un absoluto carácter lírico a los acordes finales del poema, haciendo que el lobo regrese a la montaña por causa de la maldad de los hombres.
Obras importantes:- Los raros: Semblanzas de autores admirados, guía del nuevo estilo modernista.
- Tierras solares, Peregrinaciones, España contemporánea: Crónicas de viaje e impresiones de Europa y América.
- La vida de Rubén Darío escrita por él mismo: Autobiografía fundamental para conocer el trasfondo de su genio y sensibilidad.
Publicó también relatos de imaginación modernista y crítica literaria en Opiniones, Letras y Todo al vuelo.
Darío y el Modernismo
Rubén Darío fue el iniciador y principal artífice del modernismo literario hispánico, movimiento de ruptura estética que transformó la poesía, la prosa y el lenguaje literario. Su magisterio influenció a generaciones, tanto en Hispanoamérica como en España. Fue el primero en articular las innovaciones modernistas en una poética coherente y universal.
Supo fusionar los logros métricos y musicales franceses con una profunda conciencia de lo hispánico y latinoamericano, abriendo nuevos caminos para la poesía universal.
Libros de Rubén Darío (PDF)
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Azul es un libro de cuentos y poemas del poeta nicaragüense, considerada una de las obras más relevantes del modernismo hispánico. Se publicó por primera vez en Valparaíso (Chile) el 30 de julio de 1888. Dos años después, en Guatemala, apareció una segunda edición corregida y aumentada. Los poemas y cuentos que componen el libro fueron en su mayor parte escritos por Rubén Darío durante su estancia en Chile, país en el que permaneció entre 1886 y 1889. Todos los textos habían aparecido previamente en la prensa chilena, entre el 8 de diciembre de 1886, fecha en la que apareció «El pájaro azul», y el 23 de junio de 1888 («Palomas negra»).
Cantos de vida y esperanza es un libro de poemas publicado por primera vez en España en 1905. De acuerdo con el mismo autor, el libro fue escrito en su plena madurez: «Si Azul… simboliza el comienzo de mi primavera, y Prosas profanas mi primavera plena, Cantos de vida y esperanza encierra las esencias y sabias de mi otoño.» El libro se constituye por cincuenta y nueve poemas, de los cuales catorce integran la parte principal titulada “Cantos de vida y esperanza”; cuatro, la segunda sección llamada “Los cisnes”, y los cuarenta y uno restantes conforman la última parte “Otros poemas”.
Una de las principales virtudes de Rubén Darío fue la renovación métrica y verbal a la que sometió a la poesía gracias a sus innovaciones en dicho campo las cuales se dejan sentir por encima de todo en una de sus obras que no es otra que Prosas profanas. Este libro, editado y publicado por primera vez en Buenos Aires en 1896 supone el triunfo del modernismo en la estética rubendariana a la par que su momento de plenitud. La innovación nos llega desde el propio título ya que con la palabra prosas hace referencia a ciertos hinnos que se cantan en algunas misas tras la lectura del Evangelio y con la palabra profanas niega deliberadamente el primer término, con lo que admite cierta atracción y a la vez cierta repulsa hacia la religión católica tradicional.
El poema ”A Margarita” es una de las obras del autor nicaragüense, uno de los más destacados escritores del modernismo literario hispanoamericano. Es un poema sobre el amor y el dolor de perder a la persona amada. El poema se encuentra en Prosas profanas y otros poemas, publicada en 1896, obra adscrita al modernismo, corriente literaria que para aquel momento se encontraba en auge y que se proponía la renovación de la literatura española con su lenguaje preciosista, su rigor formal y su gusto por lo exótico y lo cosmopolita.
El año 1907 marca la aparición en Madrid de El canto errante, libro de poemas que resulta altamente significativo para entender la evolución lírica y personal de su autor. A la vez, el momento de la publicación de El canto errante favorece la comprensión de lo que supuso la larga polémica modernista y el papel desempeñado por Darío en ella. Por las cartas y testimonios darianos sabemos que El canto errante se publicó en Madrid en octubre de 1907 por deseo expreso de Darío, tanto por razones artísticas y literarias como económicas. La edición del libro tiene lugar en el contexto de una encrucijada personal y una polémica modernista.
Los raros es un libro publicado en 1896 que recopila una serie de semblanzas de autores admirados por el poeta nicaragüense. En la primera edición del libro, aparecida en 1896 en Buenos Aires, impresa por la Tipografía La Vasconia, aparecían las semblanzas de diecinueve autores: Leconte de Lisle, Paul Verlaine, Villiers de l’Isle Adam, Léon Bloy, Jean Richepin, Jean Moréas, Rachilde, Teodoro Hannon, Lautréamont, Max Nordau, George d’Esparbés, Augusto de Armas, Laurent Tailhade, Fra Domenico Cavalca, Eduardo Dubus, Edgar Allan Poe, Ibsen, José Martí y Eugénio de Castro. En la segunda edición, impresa en Barcelona en 1905, se añadieron las semblanzas de Camille Mauclair y Paul Adam.
En los últimos años de su vida, Rubén Darío redactó su autobiografía, que apareció publicada en la revista Caras y caretas bajo el título de La vida de Rubén Darío escrita por él mismo. Fragmento: «Mi primer recuerdo —debo haber sido a la sazón muy niño, pues se me cargaba a horcajadas, en los cadriles, como se usa por aquellas tierras— es el de un país montañoso: un villorrio llamado San Marcos de Colón, en tierras de Honduras, por la frontera nicaragüense; una señora delgada, de vivos y brillantes ojos negros —¿negros?… no lo puedo afirmar seguramente…, mas así lo veo ahora en mi vago y como ensoñado recuerdo—, blanca, de tupidos cabellos obscuros, alerta, risueña, bella. Esa era mi madre.»
“Sonatina” es un poema escrito por el poeta nicaragüense, máximo exponente de la poesía modernista hispanoamericana. Habla sobre los anhelos de amor y libertad de una princesa encerrada en su palacio. Como tal, “Sonatina” es un poema de gran belleza, que destaca por su rigurosidad formal, por la precisión y preciosismo del lenguaje, y por su agradable musicalidad, rasgos, todos ellos, que se adscriben a la corriente literaria del modernismo. Se encuentra en el libro Prosas profanas y otros poemas (1896), uno de los más famosos poemarios de Rubén Darío.
El relato «El lobo de Gubbio» inspiró la poesía de titulada Los motivos del lobo. Este poema pertenece a la etapa de madurez literaria de Rubén Darío y fue publicado en Mundial Magazine en 1913, tres años antes de la muerte del autor. Por su carácter dramático y su estructura en siete partes, este poema es considerado una de las composiciones que demandan del intérprete un elevado nivel técnico y capacidad histriónica. En la poesía, Rubén Darío se refiere al animal como el lobo de Gubbia. Se desconoce la razón precisa de la diferencia en el nombre de la localidad. Asimismo, la narración poética se aparta del contenido original de las Florecillas de San Francisco puesto que, en la poesía, el lobo retorna más tarde a su estado salvaje inicial como respuesta a las actitudes de los hombres.
En Poema del otoño el poeta se dirige al lector que está en su etapa de madurez. A él le recuerda que aún queda mucho por vivir. Hay que disfrutar del tiempo que nos queda y no pensar en el perdido. El amor puede llegar y hacernos sentir jóvenes. No debemos dejarnos llevar por la tristeza interior de nuestra alma. Debemos dejar de lado lo que digan de nosotros y buscar nuevas experiencias. Habrá momentos alegres, de felicidad y otros menos animados, como la vida misma. La negatividad es lo que nos envejece más y lo que nos hace morir antes. Pero hay que aceptar que nuestro final llegará y no tenemos que evitarlo porque es imposible hacerlo.
El volumen contiene la oda a Bartolomé Mitre (Presidente argentino entre 1862 y 1868) y los poemas «France-Amérique» «Gesta del coso», «Tutecotzimí», «Libros extraños» y «Retorno». Fragmento de Oda a Mitre: ¡Oh, captain! Oh, my captain!», clamaba Whitman. ¡Oh,! gran Capitán de un mundo nuevo y radiante, yo qué diría sino «¡mi General!» en un grito profundo que hiciera estremecerse las ráfagas del día! Gran Capitán de acero y oro, gran General que amaste en la acción y el sueño de Psiquis el decoro, el único tesoro que en Dios agranda el átomo de este mundo pequeño.
Tierras solares publicado en 1904, está dividido en dos partes: la primera, «Tierras solares», cubren la estancia del poeta en Andalucía entre diciembre de 1903 y febrero de 1904; desde Barcelona, adonde llegó por tren desde París, se embarcó para Málaga, y allí pasó las Navidades con su mujer Francisca Sánchez. Luego siguió a Granada, Córdoba, Sevilla, Algeciras y Gibraltar, más una breve escapada a Tánger, única vez en su vida que puso pie en sus añoradas tierras de las mil y una noches. La segunda parte, «De tierras solares a tierras de bruma», corresponde al viaje que hizo entre mayo y junio de ese mismo año por Waterloo, Colonia, Bonn, Fráncfort, Hamburgo, Berlín, Viena y Budapest, y ya de regreso Venecia y Florencia, por invitación de un ranchero mexicano, Felipe López Negrete. Iba a dedicar a su generoso acompañante Cantos de vida y esperanza, pero como aún no encontraba editor, lo hizo con Tierras solares.
En Letras el poeta describe el poder que tiene la palabra, la cual animada por su alma, la idea, puede construir, crear, hacer historia y destruir. Fragmento: «Esta frase de Elisée Reclus: «La ciudad de los libros» despierta en mí este pensar: «las casas de las ideas». En efecto; si la palabra es un ser viviente, es a causa del espíritu que la anima: la idea. Así, pues, las ideas, con sus carnes de palabras, vivientes, activas, se congregan, hacen sus ciudades, tienen sus casas. La ciudad es la biblioteca, la casa es el libro. Helas allí como los humanos seres; hay ideas reales, augustas, medianas, bajas, viles, abyectas, miserables. Visten también realmente, medianamente, miserablemente. Tienen corona de oro, tiara, yelmo, manto o harapos. Imperiosas o humilladas, se alzan o caen, cantan o lloran».
Es un libro en el que el poeta intenta expresar sus sentires y pensamientos a todo aquel que decida leer la obra. El mismo poeta comienza el libro explicando: En este libro, como en todos los míos, no- pretendo enseñar nada, pues me complazco en reconocerme el ser menos pedagógico de la tierra. Van aquí mis opiniones y mis sentires, sobre cosas vistas e ideas acariciadas. Todo expresado de la manera más noble que he podido, pues no me avengo con bajos pensamientos ni vulgares palabras. No busco el que nadie piense como yo, ni se manifieste como yo. ¡Libertad!, ¡libertad!, mis amigos. Y no os dejéis poner librea de ninguna clase.
La poesía de Rubén Darío reúne todas las características del Modernismo. En lo formal, el cromatismo, la sonoridad y el ritmo. En los temas, lo exótico, lo mitológico y también un mundo interior desgarrado. Su poesía que llama la atención por la versatilidad: es frívola e intrascendente, pero también sensual, patriótica, grave y angustiada. La obra está compuesta por: Pax, Pájaros de las islas, A una colombiana, La vida y la muerte, Porteña, Triste, muy tristemente, Oh, miseria, Corre, Atalanta, María, A la República Dominicana, La gran Cosmópolis, A una mujer, A Lucía, Bella cubana, Para Mariano de Cavia, Despedida, A Francisca, A un poeta, Babyhood, Caminos, El Padre Nuestro de pan, Mater Pulchra, Vargas Vila en su librería, Eva, Cantares andaluces, La espiga, Sueños, Nemrod está contento, Peregrinaciones, Al recibir una carta de Buenos Aires, Amor, Epitalamio, Jamás yo pienso, La anciana, Dama, La fuente, La caridad, A Rubencito, Pasa que la idea azul, Ama tu ritmo, Los olivos, Alma mía, Spes, A una nicaragüense, Divina Psiquis, No ha habido más bella torre, Ay, triste del que un día y Es Venus.
Abrojos fue el primer libro de poemas publicado en Chile y al parecer no tuvo otra edición que la de marzo de 1887, de la Imprenta Cervantes. Con esta obra, Darío tuvo su iniciación en las letras chilenas, gracias al respaldo y consejos de Pedro Balmaceda Toro. Según Francisco Contreras, este texto es el primer libro de juventud de Darío, «la primera colección en que no aparece ya el balbuceo del niño, sino la voz del hombre. Se encuentra un sello personal y es un libro sincero». Fue dedicado a Manuel Rodríguez Mendoza.
Este libro lo escribió para ser presentado nuevamente en el certamen Varela. Lo compuso entre junio y julio de 1887, entregándolo al concurso el 25 de agosto. Sin embargo, recién fue publicado en diciembre de ese año. Para la elaboración de esta obra, Darío se inspiró en los datos históricos proporcionados por Eduardo de la Barra, sobre el Combate Naval de Iquique. El tema y la magnificencia del poema le valieron el primer premio en el certamen. Darío dedicó Canto épico a las Glorias de Chile al presidente don José Manuel Balmaceda: «Señor: Si algo puede valer este canto a las glorias heroicas de Chile, mi segunda patria, acéptelo usted como un homenaje al hombre ilustre, y como un recuerdo al padre de uno de mis mejores amigos».
Las críticas del poeta a la España de la época fueron recogidas en España contemporánea, un libro que vio la luz en los últimos años del siglo XIX y que es un testimonio necesario para conocer la mirada de Darío al mundo, una luz llena de sabiduría, que triunfó en su poesía, pero que no desmereció en su prosa. España contemporánea nos obliga a mirar a un país atrasado, que Darío conoce muy bien, que ya ha visitado anteriormente, pero que ahora analiza con mirada de entomólogo, con la precisión del analista de una sociedad que debe evolucionar, para no perderse en la eterna mediocridad.
Peregrinaciones es la compilaciones de crónicas de Rubén Darío que conjuga el estilo propio, los acontecimientos parisinos, la descripción moderna del trabajo diario como corresponsal y el liderazgo estético en los campos sociales de 1900 en París, Francia. Fragmento de la obra: En el momento en que escribo la vasta feria está ya abierta. Aún falta la conclusión de ciertas instalaciones: aún dar una vuelta por el enorme conjunto de palacios y pabellones es, exponerse a salir lleno de polvo. Pero ya la ola repetida de este mar humano ha invadido las calles de esa ciudad fantástica que, florecida de torres, de cúpulas de oro, de flechas, erige su hermosura dentro de la gran ciudad.
En Todo al vuelo, Rubén Darío recoge una miscelánea de textos en prosa, que incluye ensayos, descripciones, críticas literarias y opiniones políticas, bajo su atenta mirada y con la facilidad de su pluma. Este volumen recoge tres secciones muy diferenciadas: -Films de París, que recoge cuadros y personajes parisinos. -Algunos juicios, donde opina abiertamente sobre otros escritores contemporáneos. -Varios, que incluye textos muy diversos. Fragmento: «En la terraza del Valchette, o desde algún banco del Luxemburgo, me fijo singularmente en los exóticos que desfilan. Y me llama sobre todo la atención el negrito del panamá, un negrito negro, negro, con un panamá blanco, blanco.«
Rubén Darío escribió en Mallorca dos obras en prosa, ambas inacabadas, tituladas «El oro de Mallorca» (1913) y «La isla de oro» (1907). La primera de las seis partes de La isla de oro, titulada «Divagaciones», fue publicada en «La Nación» el día 5 de abril de 1907. Fragmento: «He aquí la isla en que detiene su esquife el argonauta del inmortal ensueño. Es la isla de oro por la gracia del sol divino. Vestida de oro apolíneo la vieron los antiguos portadores de la cultura helénica, y los navegantes de Fenicia que, adoradores de Hércules, le alzaron templos en tierras españolas; y que al llegar a esta prodigiosa región creyeron sin duda encontrarse en lugar propicio a los dioses fecundos y vivificadores».
La obra Historia de mis libros es un texto clave para el conocimiento de la evolución literaria del poeta. Darío a través de su obra nos deja un gran mensaje digno de aplicar a nuestra actualidad puesto que también hoy en día existen diferencias entre clases sociales, donde la clase alta menos precia a la clase obrera, también es trascendente porque nos muestra la lucha del ser humano ante el mundo político y corrupto. Asimismo la obra refleja la inseguridad del ser humano ante el mundo y sus situaciones, ante el futuro incierto y temor a la muerte.
En esta obra el poeta nicaragüense narra diversas historias con su ya inconfundible estilo de escritura. Fragmento: «Hace poco más de un año nos hallábamos en mi habitación, en un hotel de París, cerca de la Bolsa, el poeta Maurice Duplessis, porta-estandarte de la escuela romana; el simpático y sutil Kreutzberger, a la sazón crítico literario de La Cocarde, y Enrique Gómez Carrillo, cuyo nombre es bien conocido por los lectores de La Nación. Charlábamos amistosamente, fabricando cada cual su grog, cuando apareció en la puerta la cabeza moruna de Alejandro Sawa, el escritor español. Entró Sawa, seguido de un señor alto y flaco, medio clergyman y medio pianista, pálido, de larga cabellera obscura, que le caía sobre los hombros, con un aire de aparecido. —M. Charles Morice. Levantéme, y abriendo un libro que estaba sobre mi mesa, leí:» Publicidad
Darío dedicó su extenso (1.001 versos) Canto a la Argentina al país americano para conmemorar el Primer Centenario de la Independencia argentina. ¡ARGENTINA! ¡Argentina! ¡Argentina! El sonoro viento arrebata la gran voz de oro. Ase la fuerte diestra la bocina, y el pulmón fuerte, bajo los cristales del azul, que han vibrado, lanza el grito: Oíd, mortales, oíd el grito sagrado. ¡ARGENTINA, región de la aurora! ¡Oh, tierra abierta al sediento de libertad y de vida, dinámica y creadora! ¡Oh, barca augusta, de prora triunfante, de doradas velas! De allá de la bruma infinita, alzando la palma que agita, te saluda el divo Cristóbal, príncipe de las Carabelas.
Homenajes y Legado
- Orden de la Independencia Cultural «Rubén Darío»: máxima distinción cultural en Nicaragua.
- Premio Internacional de Poesía Rubén Darío: convocado cada año en Nicaragua.
- Premio a la Excelencia Académica, Premio Bienal Rubén Darío, entre otros reconocimientos.
- Monumentos y estatuas en Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, Managua y otros lugares.
- Estaciones de metro y tren llevan su nombre en España y Argentina.
Temáticas Modernas en la Obra de Rubén Darío
La obra de Rubén Darío se anticipa, dialoga y reinventa muchas preocupaciones modernas con la sensibilidad del modernismo. Sus libros exploran un universo simbólico y humano que resuena con las preguntas y desafíos contemporáneos: identidad, erotismo, exotismo, palabra, conciencia existencial, poder y trascendencia.
Temáticas que Definen la Narrativa Moderna en Darío
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Globalización y encuentro cultural: Darío fue nómada, cronista y poeta cosmopolita, reflejando tensiones y fertilidad cultural.
“Francia, Italia, España, los griegos y los árabes, la Persia de Jasán, el Japón de las flores, caben todas en mi verso.”
(Peregrinaciones) -
Género e Identidad Cultural: Su escritura oscila entre lo propio y lo ajeno, lo mestizo, la tensión entre el origen americano y la aspiración universal.
“Yo soy aquel que ayer no más decía el verso azul y la canción profana, en cuya noche un ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana.”
(Prosas profanas, Palabras liminares) -
Feminismo y perspectiva de género: La mujer ocupa un lugar privilegiado, como musa, deidad, princesa melancólica o fuerza vital, pero a la vez aparecen cuestionamientos a su encierro y sometimiento.
“La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?”
(Sonatina) -
Erotismo en la Obra de Darío: Se refleja a través de elementos simbólicos, colores y texturas que evocan una experiencia sensorial completa.
“La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro; y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.”
(Sonatina) -
Alienación y soledad: El aislamiento, la nostalgia y la incomunicación impregnan su obra; la ciudad grande y la nostalgia del terruño.
“He visto la tristeza de París en mis ventanas.”
(Todo al vuelo) -
Memoria histórica y trauma colectivo: Sus poemas dialogan con la historia y el porvenir, la pérdida, el exilio y la búsqueda de una identidad continental.
“¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?”
(Cantos de vida y esperanza) -
Ecología y crisis ambiental: El paisaje, el deseo de comunión con la naturaleza, la nostalgia del edén y la preocupación por la destrucción cultural y natural.
“¡Oh, selvas animadas con rumores de aves!”
(Azul...) -
Asuntos Exóticos Nacionalistas: Darío combina elementos cosmopolitas con una profunda conciencia latinoamericana, creando una voz poética que reivindica lo autóctono mientras dialoga con lo universal.
“Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.”
(Azul...) -
Precariedad y desigualdad social: Hay sátira social, denuncia de la injusticia, compasión y asombro ante la pobreza.
“El rey burgués en su sala de oro, sólo una mendiga pidiendo limosna.”
(El rey burgués, Azul...) -
Metaficción y experimentación formal: Sus libros reflexionan sobre la creación, el poder de la palabra, la poesía como transfiguración del mundo.
“Esta frase de Elisée Reclus: ‘la ciudad de los libros’ despierta en mí este pensar: ‘las casas de las ideas’.”
(Letras) -
El cuerpo y la salud mental: El cuerpo es celebración y desafío, fuente de placer y de sufrimiento, muy ligado al goce, la enfermedad, la angustia existencial y la muerte.
“¡Carne, celeste carne de mujer! Arcilla... la vida se soporta... solamente por eso.”
(Obra poética)
Figuras Literarias en Rubén Darío: Un Banquete de Estilo
La obra de Darío es un despliegue magistral de figuras literarias —el auténtico arsenal del modernismo— que embellecen, musicalizan y potencian el lenguaje. Aquí tienes un recorrido por 24 figuras literarias (¡más de 5 ejemplos auténticos de la obra de Darío para cada tipo!).
| Figura literaria | Definición | Ejemplos de Rubén Darío |
|---|---|---|
| Aliteración | Repetición de sonidos similares en un mismo verso |
• “En el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba” • “La princesa está pálida en su silla de oro” • “En la boca de rosa la palabra no muere” • “Por el silencio sutil de la selva” • “Sueñan los sauces bajo la seda suave” • “Música de alas al alba” |
| Onomatopeya | Imitación de sonidos naturales por las palabras |
• “El ruiseñor cantaba: trino, trino, trino” • “El caracol sordina la queja de su celda” • “Ruiseñores traen la aurora en su trino” • “El mar susurra su salmo” • “Tic-tac del reloj en la estancia” • “Zumba la abeja en la miel del estío” |
| Anáfora | Repetición de palabras al inicio de versos o frases |
• “¡Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...” • “Y era la alegre vida..., /y era el dulzor del día..., /y era el racimo de oro” • “Mientras el aire sueña, mientras el azul brota” • “Tú, tú que sangras, tú que pasas, tú que olvidas” • “Oh, soledad. Oh, niebla. Oh, lejanía” |
| Sinestesia | Asociación de sensaciones de diferentes sentidos |
• “Y la tarde se viste de azul y oro” • “La dulzura azul de tu mirada” • “El piano, bajo un nimbo de gasa, exhala su dulce letanía rosa” • “Besos de luz y risas de oro” • “Rumor de perfume en la brisa azul” • “Murmullos cálidos de un violín amarillento” |
| Epíteto | Uso de un adjetivo calificativo obvio o propio del sustantivo |
• “Nieve blanca”, • “Oscura noche”, • “Verde selva”, • “Frío mármol”, • “Luz dorada de la mañana” |
| Asíndeton | Omisión de conjunciones para mayor viveza |
• “Vino, vida, sueño” • “Rosas, lirios, dalias, oro, mármol, mariposas” • “Ven, ve, huye, olvida” • “Cisnes, centauros, dioses, ninfas, sátiros” • “Azul, blanco, oro, púrpura, gris” |
| Polisíndeton | Repetición excesiva de conjunciones |
• “Y los sueños y las flores y la música” • “Y canta y reza y yace y piensa” • “Y ríe y llora y goza y sufre” • “Y el mar y el cielo y la brisa y la espuma” • “Y la vida y la muerte y el tiempo y el viento” |
| Hipérbaton | Alteración del orden lógico en la frase |
• “Verde manto del prado vistió la primavera” • “De blanca espuma lanza columnas el mar” • “Azul la tarde era y dulce el viento suave” • “Dulce aroma aspiraba la brisa nueva” • “Luz de luna entre sombras vagaba” |
| Elipsis | Omisión de palabras sobreentendidas |
• “Y la princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?” • “Por una mirada, un mundo. / Por una sonrisa, un cielo” • “Sin luna, sin luz, sin calma” • “Si calla, [yo] muero” • “[Yo] Vi la flor y su aroma recordé” • “Por ti, todo; por mí, nada” |
| Paronomasia | Uso de palabras similares en sonido pero distintas en significado |
• “El rey triste y el trayecto de su tristeza” • “La rosa, la risa, la prisa del ala” • “Mora el amor en la mora” • “Suspiro y susurro del suspiro” • “La tarde tarda en irse” |
| Antítesis | Contraposición de ideas opuestas |
• “Juventud, divino tesoro, /ya te vas para no volver” • “La vida es sueño, la muerte, vigilia” • “Llora y ríe, teme y sueña” • “Cuando quiero llorar, no lloro” • “El mar tranquilo, la tempestad en el pecho” |
| Apóstrofe | Invocación o pregunta directa con vehemencia |
• “¡Oh, tierra nicaragüense!” • “¡Oh, Francia galante! ¡Oh, Venus mía!” • “¡Oh, mar de América!” • “¡Tú, naturaleza, madre y diosa!” • “¡Oh, juventud, adiós!” |
| Metáfora | Identificación entre dos términos por semejanza |
• “La primavera besaba suavemente la arboleda” • “El sol es un globo de fuego” • “Tus ojos, dos luceros” • “Aquel cielo, un tul azul” • “La tarde es oro y rosa” • “Tu voz, un río de cristal” |
| Símil (Comparación) | Relación de semejanza (con ‘como’, ‘cual’...) |
• “Como la brisa que besa el mar” • “Como broche de perlas al cuello, la avenida está triste” • “Cual mariposa, vuela tu alma” • “Tan blanco como un lirio” • “Como espuma sobre el río” • “Cual rosa abierta al rocío” |
| Hipérbole | Exageración deliberada |
• “Érase un hombre a una nariz pegado” • “Un vasto sueño mece su copa de oro” • “Tuve un millón de ideas en un segundo” • “He llorado mares por tu ausencia” • “El universo cabe en mi tristeza” • “Un grito que hizo estremecer las ráfagas del día” |
| Ironía | Decir lo contrario de lo que se piensa |
• “¡Oh, venturoso quien no sabe ni siente!” • “Dichoso quien nada teme... ¡en este mundo de zozobra!” • “¡Qué alegría la de mi alma solitaria!” • “¡Gracias a ti, tristeza, por tu sonrisa!” • “¡Qué fácil la vida del poeta pobre!” |
| Metonimia | Designar una cosa con el nombre de otra relacionada |
• “Las perlas son lágrimas del mar” • “Las perlas son lágrimas del mar” • “Le pidió la mano (en lugar de matrimonio)” • “Bebo un vaso de alegría” • “La corona por el rey” • “En sus manos tenía la vida” |
| Sinécdoque | El todo por la parte o viceversa |
• “Cien cabezas de ganado” • “Veloz saeta, la del tren” • “Cien cabezas de ganado” • “Pidió una mano (de ayuda)” • “El pan de cada día” • “Las blancas velas en el horizonte” |
| Encabalgamiento | La frase prosigue de un verso a otro sin pausa |
• “La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro...” • “y se abre, niña y flor, /la primavera” • “Hoy pasa el tiempo y tú / sigues llamando” • “En el claro bosque azulado / bailan los cisnes” • “Río inmenso que arrastra / la memoria” • “Entre las sombras crece / la esperanza” |
| Anadiplosis | Repetición al principio de un verso de la palabra final del anterior |
• “Ya nada es mío, mío solo el dolor” • “Sueño de oro, oro del atardecer” • “Viento que pasa, pasa y se olvida” • “Mariposa en el sueño, sueño en la vida” • “Río que canta, canta y se va” |
| Concatenación | Sucesión de anadiplosis |
• “El mar en la espuma, la espuma en la brisa, la brisa en el alma” • “Canta el río la tarde, la tarde el oro, el oro el silencio” • “Olvido el amor, el amor la distancia, la distancia el olvido” • “Flor en la rama, rama en el viento, viento en el cielo” • “Noche en el sueño, sueño en el mar, mar en la distancia” |
| Epanadiplosis | Repetición de una palabra al principio y al final del verso |
• “Verde que te quiero verde” • “Mar, tu nombre es mar” • “Luz, tan solo luz” • “Soledad, oh dulce soledad” • “Azul, siempre azul” |
| Quiasmo | Orden cruzado de elementos en la frase (A-B-B-A) |
• “Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces, lloro sin querer” • “En el mar de la vida navegamos / y navegamos en la vida del mar” • “Vivir para amar, amar para vivir” • “Ver sin mirar / mirar sin ver” • “Ríe la vida, la vida llora” |
| Retruécano | Juego de palabras con orden invertido |
• “No es lo mismo amar por vivir que vivir por amar” • “Cuando no sabes qué quieres, quieres no saberlo” • “El arte de la vida es la vida del arte” • “Se vive como se sueña, se sueña como se vive” • “Poesía es vida si la vida es poesía” |
| Personificación | Atribución de cualidades humanas a seres no humanos |
• “La luna vino a la fragua con su polisón de nardos” • “El viento susurra su secreto” • “El mar sus grandes ojos abre” • “La noche besa los campos” • “Las estrellas bailan en el cielo” • “La tristeza camina por la calle” |
| Paradoja | Unión de ideas aparentemente contradictorias |
• “Sólo muere quien no ha vivido” • “Luz oscura de mi existir” • “Un dulce dolor me alegra” • “Río de lágrimas secas” • “El silencio habla en el ruido” |
Los recursos de Rubén Darío invitan a descubrir la maravilla del idioma. Estos ejemplos, muchos extraídos de Azul..., Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza y otras obras, muestran la diversidad y la genialidad de su arte. ¡Lee sus libros, identifica figuras y temáticas y déjate sorprender!